viernes, 15 de abril de 2011

LA MUSICA DE LA SEMANA SANTA

Se dice que la Semana Santa, es la fiesta de los sentidos. No hay mejor manera de demostrarlo, que acariciando el suave terciopelo de un manto, recreando nuestra mirada en la belleza angelical de María.
Si de sentidos se trata, no hay más que perderse por sus calles en los días previos, para deleitarnos con los dulces olores a masa y a miel que de cualquier ventana se desprenden.
Es la mujer de Guadalcanal, preocupada por seguir la tradición de sus mayores , quien nos brinda el placer de degustar tan exquisitos manjares.
Pero si hay un sentido que de verdad caracterice a fondo estos días cofrades, ese es el oído. La Semana Santa se escucha en el pajarillo que trina, en la brisa que se mueve ,en el rachear del costalero, en el crepitar de la cera, en el tintineo de un palio y en la dulce melodía, de una marcha procesional.
Guadalcanal , a lo largo del tiempo , ha sabido conservar su tradición musical. Hoy, nuestra banda de cornetas y tambores está pasando por momentos difíciles, que estoy segura que no serán más que un pequeño tropiezo en su larga carrera.
Cuando Cristo en sus días pasionales cruza la plaza, el seco redoble del tambor no cesa. Sus cuerpos firmes y erguidos, sus pasos bien marcados, uniforme ceñido al talle y el amor en forma de medalla ,es el lema que da nombre a su trabajo constante.
Atrás quedan recuerdos inolvidables. Aquellos tambores adornados, vestiduras de romano que duermen en los baules de las casas hermandades y aquellos pasacalles desde la casa del mayordomo a la iglesia ,que bajo la dirección de Domingo,iniciaban su largo recorrido por las calles de nuestro pueblo.
Pero su andadura musical no quedará dormida, sino que volverá a florecer de nuevo en cada nota para ofrecernos esa melodía tan nuestra y que tanto echamos de menos.
Por ellos, por su sacrificio, su entrega, su constancia y su amor vaya este aplauso que les anime en su nuevo caminar, para que el próximo año podamos tenerles entre nosotros.

y en el seco redoble de un tambor
la mañana pinta su hermosura
cuando va redoblando de amargura
a ese cristo que va herido por amor
y en el firme caminar de su pisada
van marcando con paso justiciero
por un cristo que llevan prisionero
cautivo con su espalda flagelada
y mecido a paso lento costalero.

La corneta se lamenta estremecida
cada nota es una lágrima angustiada
rota de emoción sobrecogida
suena ronca, seca congelada
en Santana ecos lejanos se adivinan
enfilando la cuesta ya cansados
por un Cristo que al calvario se aproxima
y no por ello sus sones han cesado
fuerza sacan del amor que les da nombre
y ese amor les fortalece y les anima
a tocar a ese Dios que hoy hecho hombre
el madero va cargando hasta la cima

Que vuelvan a resonar aquellos sones
que fueron deleite de hermosura
y ese Cristo fiel varón de sus dolores
ilumine cada paso en su andadura
de unas notas que rebosan amargura
en la banda de cornetas y tambores.


Y tras de un manto de color grana, verde morado o de oro bordado, la esencia de la melodía se adivina entre corcheas y bemoles.
Ellos siempre van detrás, han sido desde su nacimiento la trasera del todo cortejo procesional. Arropados por el calor que siempre les ha brindado el pueblo, continúan ahí con sus sones.
Desde sus principios, la batuta en manos de Don Antonio les guiaba en sus primeros pasos. Entre el azul de sus flamantes uniformes, la negra sotana destacaba mientras los pequeños músicos lanzaban al viento sus trinos, que Guadalcanal aplaudía entusiasmada.
Hoy la banda de música Nuestra Señora de Guaditoca, conservando el nombre de nuestra excelsa madre y patrona, ha crecido.
Cada año al llegar la primavera, se reviste de ilusión , para hacer de ésta, la fiesta de los sentidos , y tras el manto de nuestra madre sin poder verle la cara, le cantan con su música celestial, los más bellos poemas, que puedan salir de un pentagrama.

Amargura es melodía
la Madrugá es una nana
Rocío es la alegría
que perfila la mañana
Encarnación coronada
es como una alegoría
una corona dorada
con perlas de oro y cristal
cuando reza el avemaría
un cántico angelical

La brisa casi parada
se detiene al escuchar
a la luna emocionada
con reina de San Román
dulces lágrimas celestes
van cayendo en un varal
tristes lamentos agrestes
a los sones de Triunfal
y en su llanto catalina
luz plateada derrama
en lágrimas cristalinas
al despuntar la mañana
cuando siente como trina
con los Aires de Triana

Llora que llora la luna
en su excelsa luminaria
y cuan cántico de cuna
va sonando Candelaria
es su aflicción quien denota
la pena que se derrama
mientras exista una nota
prendida en su pentagrama
los clarines van llorando
en fúnebre melodía
cuando a las claras del día
el sol ya viene asomando

Flautas y clarinetes
acordes de una trompeta
redoble en una saeta
que suena por martinete
un corazón que se encoge
una emoción que se agranda
silencio que sobrecoge
emociones que se aúnan
notas que recogen
emociones de la luna
son los sones de esa banda
¡¡que toca como ninguna!!

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