domingo, 7 de noviembre de 2010

LA PINTURA EN GUADALCANAL


Pintar es jugar con la imaginación. Darle color y forma a todo aquello que nace en la mente para ser transmitido al exterior. Cuando la voz se apaga es el eco del pincel quien deja plasmado en el lienzo, todo aquello que no se puede transmitir con palabras.
La pintura es la mimesis de la naturaleza. Todo lo real encuentra su propia reproducción en el lienzo, haciendo de éste el canal de transmisión por el que nos llega toda la sensibilidad que el pintor lleva dentro.
Los colores van conjugando su métrica, uniéndose en perfecta armonía para ofrecernos la musicalidad de sus tonos. Es el azul intenso del cielo quien nos pinta la inmensidad, mientras que el grisáceo de unos nubarrones nos habla de melancolía y tristeza.
Pero no es solo descripción lo que a través de renglones coloridos, se aprecia en la textura de un cuadro. La voz del narrador parece hablarnos desde dentro y nos lleva a conocer la historia que cada lienzo lleva escrita con el pincel del sentimiento.
Por eso el arte de la pintura es una forma más de comprender la literatura. Cuando se le niega la voz a la palabra, el pincel toma forma. Y entre metáforas y alegorías nos presenta una retórica que nunca mejor dicho se dibuja entre la luz y la sombra creando el estado puro del artista.
Es así como en Guadalcanal se asimila la semejanza de sus artes. Sea prueba de ello esta presentación fotográfica, tomada el pasado miércoles del taller de pintura que allí se está realizando.
Aprender a pintar es aprender a hablar sin palabras. Es expresar en colores todo lo que se lleva dentro. Y es darse cuenta que la pintura siempre será para el artista como una poesía que calla.
  

                                      C. SÁNCHEZ

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