domingo, 31 de octubre de 2010

NOCHE DE TODOS LOS SANTOS

La tradición que nuestros mayores nos legaron, con el devenir de la vida ha ido dando paso a la imposición de neologismos, que van envolviendo poco a poco nuestra sociedad, introduciéndola en una modernidad absoluta ( casi siempre importada) que va dominando las bases de nuestra cultura.
Hoy al asomarme a mi balcón y respirar el aire puro procedente de la sierra, me he dado cuenta que es el día de todos los Santos. No he tenido que ojear el calendario, ni tampoco dejarme envolver por el olor a crisantermo fresco que se deshoja a su paso al cementerio.
He mirado los balcones de las casas, y en ellos se perfilaba la muerte colgada en forma de calabaza. ¡ Que rostros más feos mostraban! ,¡ni me atrevía a mirarlas! Por dentro la tenue luz de una vela, iluminaba su estancia. Dicen que anoche fue noche de brujas, de misterio y de fantasmas. De disfraces por las calles y de fiesta pagana.
No se si es desilusión o rabia o quizá simplemente nostalgia, la voz que me grita por dentro y en mi pecho se desgarra.
Pero quiero dejar un momento para pensar en las almas. En toda esa gente buena que por la vida ha pasado, dejando su gran labor y sin que se le haya reconocido nada.
La iglesia les llama Santos, yo simplemente quiero llamarle almas y recordarles en un día que está lleno de esperanzas y de aromas de claveles para desterrar todas esas calabazas.
Y ¿Qué decir de las campanas?
¿De esa fúnebre melodía que en este día nos despertaba?
Era una noche en la torre, de convivencia y de magia.
El compartir de unos chavales que entre migas y castañas
Jugaban a ser mayores en esa inmensa atalaya
Y en los toques de agonía que tañían las campanas
Bajo la luz de faroles que el viento casi apagaba
Avemarías y glorias en la noche divagaban
Uniéndose en un rosario y en una misa temprana.

¿Dónde están los monaguillos que al badajo se aferraban?
Lo inexorable del tiempo hizo que maduraran y hoy ven como sus hijos celebran la noche fantasma, entre máscaras que no son más que otro disfraz de España.
Y como yo, al abrir este día el balcón y ver esas horribles calabazas, miran con nostalgia a la torre y el silencio de sus campanas.

Quiero volver a ese pasado, de aquellas tardes de otoño por la penumbra empañadas, donde unas manos cansadas, fraguaban una corona de margaritas blancas.
Donde lloraba el clavel depositado en el mármol, derramando su fragancia.
Donde un pajarillo cantaba entretenido en el ciprés que firme al cielo se alzaba.
Y borrar esa noche en que el terror y el hechizo en forma de calabaza
Dibujaba calaveras y disfrazado de asesino nuestra cultura mataba
¡Si sólo es noche de paz, de espíritus y de almas!


         C. SÁNCHEZ

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