sábado, 11 de septiembre de 2010

CARTA A DON QUIJOTE DE LA MANCHA

Estimado caballero andante espero que a la llegada de ésta encuentre usted un momento en su calendario errante en el tiempo para dedicar a este rincón Andaluz , que por don de naturaleza se dibuja entre las últimas estribaciones de su madre Sevilla, para asomarse entre zarzas y olivos a la nobleza extremeña.
Se llama Guadalcanal y el centro desde el cual le escribo c.p. adultos Guadalcanal aquí compartimos experiencias, todas ellas basadas en el aprendizaje, pero mas que ello nos unimos profesoras y alunnas en la mas agradable y acogedora convivencia.
En el cuatrocientos aniversario de su nacimiento, cuando tanto se está hablando de usted me atrevo a ser yo misma quien dirija unas palabras a su noble persona; y en esta carta donde uno la claridad de mi pensamiento con la torpeza de mi pluma le expreso mi signos de admiración hacia tan caballeresca valentía.
Usted, caballero errante, siempre recorriendo las llanuras manchegas en busca de un mundo diferente. Tantas veces fue vencido, encerrado, burlado y hasta mal herido. Pero su afán de lucha al mismo tiempo fue premiado por el transcurrir de los siglos.
¡Como le admiro caballero! Porque tal vez no conquistó el mundo deseado, pero no supo permanecer inmune ante la injusticia que su mente vislumbraba; y en cada nuevo intento por subsanar su mundo virtual , aún en las circunstancias mas adversas, le acompañaba su amigo Sancho quien supo cambiar el reino de su isla barataria por el solo placer de su grata compañía. Tal vez lo mas real de su existencia, envidiado y admirado en el transcurrir de nuestros días donde el valor de la verdadera amistad cada vez es mas escaso e inusual.
A veces sueño ser como su merced, y sumergirme en un mundo imaginario que yo misma creara en la nitidez de mi pensamiento, pero el haberlo conocido me delata que hasta en los lugares mas recónditos de la memoria surgen obtáculos , los cuales yo no sabría superar sin tener su destreza y valentía. Aunque por mi mente circunda su mismo ideal: el mundo se mueve con ideas, y las propias son las que dirigen todo el devenir. Que mas da tener o no la razón de tu lado, lo importante es estar convencido de lo que haces porque, estés o no en lo cierto, es tu verdad, es tu idea, es tu vida.
Lo mismo debió pensar usted mi Señor, el día que despojó de orín las viejas armas de sus antepasados, bautizo a su viejo caballo, y se dejó nombrar caballero por un humilde ventero. Poco equipaje le bastaba para conseguir sus objetivos , con el único fin de arreglar el mundo y ofrecerle a su musa su brillante valentía.
Que mas da Aldonza Lorenza o Dulcinea del Toboso, tosca labradora o princesa de un castillo cuando el único fin era ofrecerle a ella su victoria que no era otra que su afán de lucha.
No se , si seria un atrevimiento de mi parte pedirle que viajara en el tiempo, quizá este mundo que vivimos necesite Otro Quijote.
En la llanura de nuestra realidad, se divisan seis gigantescos molinos ensombreciendo nuestra existencia. El paro, la droga, el hambre, la envidia, la violencia y el mas grande y abominable de todos y el que es la causa que desencadena los demás: la desigualdad del mundo.
En una sociedad tan avanzada, donde la ciencia casi se impone a la naturaleza, donde conviven políticos, ingenieros, científicos y teólogos, nadie tuvo jamás la valentía de partir a lomos de caballo con la mínima protección de su vieja armadura a desfacer el daño producido por tan despiadados malandrines. Quizá porque los ven demasiados sumergidos en la irrealidad y temen ser tomados por locos , o tal vez por el temor de encontrarse cara a cara con la mas cruenta de las realidades.


Como ve mi estimado caballero andante , nuestra sociedad le llama a gritos.
Empuñe sus armas, ensille su caballo y saque su inspiración de cualquier reglón de su colección de novelas. Si no es posible arreglar nuestro mundo, invítenos a todos a intentarlo; porque, mas valen mil intentos fallidos que el miedo de fallar nuestro logro.
Ojalá que cuando pasen otros cuatrocientos años, este mundo sea el suyo, aquél que usted soñó conquistar un día y con el gran molino de la desigualdad derrotado, ya en la posteridad, prevalezca el nombre de su bendita tierra:
Aquel lugar de la mancha cuyo nombre siempre recordaremos.

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